domingo, 28 de junio de 2015

Voces campesina y liberación en parábolas sinópticas



Vengo de unas manos campesinas. De voces y silencios. Las voces que narran la vida, que no la dejan en el olvido, que descifran los signos escritos sobre surcos. Los silencios que miran horizontes nuevos cada día, que guardan en su seno la experiencia y el futuro.

Vengo de lecturas bíblicas latinoamericanas, desde contextos populares, desde grupos ecuménicos, desde las realidades plurales de grupos de excluidos y minorías organizadas.

Desde estas sombras me alargo sobre los textos sinópticos que dan voz amplia al campesino. Cuatro textos en especial han llamado mi atención, por la palabra extensa, por el discurso elaborado, por la voz asignada sin censura a unos hombres rurales.
Éstos son:
  • Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra y a echarle abono. Con eso tal vez dará fruto; y si no, ya la cortarás tú (Lc 13, 8-9).
  • Señor, aquí está su dinero. Lo guardé en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre duro que recoge lo que no puso y cosecha donde no sembró (Lc 19,20 // Mt 25,24).
  • Señor, si la semilla que sembraste en el campo era buena ¿de dónde ha salido la mala hierba? … ¿Quieres que vayamos a arrancar la mala hierba? (Mt 24, 27-28).
  • Estos que llegaron al final trabajaron solamente una hora y les has pagado igual que a nosotros, que hemos aguantado el trabajo y el calor de todo el día (Mt 20,12).
 
La realidad campesina sabe mucho de silencios y de silenciamientos. El mundo urbano  sabe y se goza más del fruto del trabajo campesino. Con frecuencia ignora su vida atrás. Los medios de comunicación señalan como horizonte de futuro los progresos tecnológicos y  comunicacionales. Poco refieren del campo. Poco beben de él.

Hay experiencias de vida entre el pueblo que aportan voz en medio de tantos silencios. La experiencia de educación popular en la Casa Comunitaria Peruchito pretende ser una experiencia compartida, un camino emprendido juntos, de liberación y apalabramiento cuasi-rural, en los márgenes de la ciudad. El incipiente caminar bíblico popular es otro proceso que pretende aportar voz, palabra, a quienes participamos en él.

Desde estas realidades vividas es posible emprender un acercamiento particular, se espera que fructífero, a los textos ofrecidos más arriba.

Es importante acceder a ellos mediante algunas claves, que se indican en lo que sigue:

La utopía social inscrita en los textos. Los textos parabólicos mismos, en su origen, son una palabra utópica frente a la realidad del Imperio en que se escriben. Se están perdiendo las raíces hondas de comunitarismo popular frente al acoso del nuevo modelo imperial de economía centralista acumulativa. Es por eso que abundan los detalles textuales que remiten a un pasado que motoriza las energías para el compromiso por un modelo diferente, en cuyo centro está la Alianza de los grupos por la vida de todos, en especial la de los excluidos.

La ecología. El acercamiento a la tierra es otra mirada importante campesina. A la tierra como espacio cultivable y, principalmente, como ámbito de relación. A la tierra con su árboles y frutos. Con su vertiente de vida.

La polémica con el modelo cultural de patronazgo, y con la visión cultural del honor. Los debates por el honor se realizan entre iguales en estatus. La dependencia a través del patronazgo evita toda disidencia. Esto es lo que ponen de relieve autores como Malina (corriente de antropología cultural norteamericana) tras el estudio detenido de la cultura mediterránea. Sin embargo la Galilea de mediados a finales del s. I está que arde. La opresión y represión imperial ha sido tal que datos culturales como ésos de honor social y patronazgo son puestos en entredicho por grupos de rebeldes que gozan de la simpatía popular (y es esto lo que resaltan otros autores, también norteamericanos, tales como Horsey o Sanders).

La hermenéutica campesina. Recuerdo al colombiano Aníbal Cañaveral, tan motivador en sus talleres  sobre dicha hermenéutica. Para la lectura de estas parábolas me acojo a su trabajo, a su indagación sobre los textos, a partir de los sujetos campesinos que los leen.

Los procesos pedagógicos. Interesa poner de relieve las búsquedas pedagógicas latinoamericanas. Desde Paulo Freire se recibe una luz diáfana. Los principios de una educación participativa, desde la comunión y en diálogo quedan asentados para todo proceso actual. Interesa seguir profundizando en experiencias y prácticas pedagógicas concretas que sean generadoras de vida y liberación para los pobres.

Los contextos galileos. Da claridad al acercamiento a los textos sinópticos considerar la situación de la Galilea del s. I. Los grupos sociales de terratenientes, jornaleros y encargados están en una relación de fuerte tensión. El latifundio ha crecido. Aumenta el desempleo, crecen las deudas y el hambre. Muchos venden su fuerza de trabajo como semi-esclavos. Algunos prefieren asimilarse –en acción de sobrevivencia- a grupos de salteadores de caminos y bandoleros, o a otros grupos más decididamente consolidados como rebeldes frente al imperio romano.

Las lecturas contextuales frente a las re-lecturas ético-teológicas moralizantes e individualistas. Con frecuencia los textos que se han escogido para este ensayo han sido releídos a lo largo de la historia desde perspectivas moralizantes y puramente teológicas en las que se identificaba al señor de la parábola con Dios y el campesino pasaba por ser el llamado a conversión o el juzgado severamente. Se privilegia aquí una lectura más sim-pática, más pegada a la vida de estos hombres y mujeres de la tierra.

Vamos a los textos:

 El viñador
  • Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra y a echarle abono. Con eso tal vez dará fruto; y si no, ya la cortarás tú (Lc 13, 8-9).

Frente a la acción depredadora que propone el Señor, el viñador plantea el cuidado y abonado de la tierra. Frente a la acción de dominio y aplastamiento propuesta por el  amo, está la acción revitalizadora del trabajador. Frente al desconocimiento de lo distinto por parte del Señor, cuando no responde a las propias expectativas, está la acción de contacto y proximidad, con el árbol y con la tierra, que emprende el campesino. La sensibilidad ecológica nos hace percibir la relación del campesino con la tierra, el toque, el encuentro, el contacto, el cuidado. En diálogo y gratuidad.
La procesualidad, la paciencia histórica –sin pretensiones de dominio e imposición-, el diálogo con la naturaleza y para la vida,  son pistas pedagógicas que aporta el relato.
Desde la hermenéutica campesina de la sospecha, es posible descubrir palabras de reto al Señor, alterando las disposiciones culturales respecto al honor y trastocando las relaciones sociales, en cuanto el viñador se hace igual al Señor, y le provoca con una negativa expresa a cortar la higuera, invitándolo a hacerlo con sus propias manos: “la cortas tú”.
Por otra parte, es poco común una higuera que no dé fruto. Las higueras son árboles fuertes, que aguantan sequías y hasta incendios –de ello soy testigo-, y que no requieren el más mínimo cuidado. Incluso tras una tala apresurada, de nuevo brotan de lo profundo y pronto vuelven a sus ricos higos. Además, era costumbre común de amos mediterráneos contratar para el cuidado de sus viñas sin especificar los detalles sobre los árboles aledaños. Ahí se jugaba la generosidad o avaricia del dueño. Tras un contexto de conflicto social galileo es posible sospechar la estrategia de supervivencia del viñador, que se beneficia del fruto de la higuera sin hacer partícipe de él al amo-ciudadano, que llega eventualmente a revisar su finca.
El viñador ha adquirido palabra, se ha incorporado del surco, de su agachamiento acostumbrado, y ha proferido una palabra de esperanza, palabra de compromiso con la vida, palabra conflictiva por añadidura, palabra contrapuesta a la palabra del amo, palabra en defensa de sus derechos y de la vida de la tierra, ajena al amo que la considera como simple propiedad y con la que no establece ninguna otra relación de vida.

El encargado
  • Señor, aquí está su dinero. Lo guardé en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre duro que recoge lo que no puso y cosecha donde no sembró (Lc 19,20 // Mt 25,24).

Normalmente se identifica a Dios con el señor y se lee en clave moral, identificando al creyente actual con el campesino encargado, que es invitado a dar mayor fruto.
Se hará otra lectura. Aquí el amo siembra y cosecha, por lo que el siervo queda ubicado inmediatamente en contexto de campesinado.
Es posible descubrir el contexto de conflicto y explotación de amos y encargados. El amo no puede negar la realidad de opresión que ejerce sobre los encargados a quienes exige en exceso, y en su respuesta amenazante no la niega.
¿Cómo lograron los otros encargados responder a su amo? ¿No debieron ellos entrar en la dinámica imperialista romana y en el modelo economicista que se quiere imponer? La voz del encargado rebelde resalta con su denuncia frontal a la injusticia del amo, develando el mal del sistema.
Resalta la conciencia crítica del siervo. No guarda silencio ante al amo que pide cuentas, sino que hace un reflejo claro de la realidad social de maltrato a que se ven sometidos.
El análisis de la realidad es un punto de partida para cualquier proceso pedagógico popular. Esto revela el texto. Los presupuestos con frecuencia caen. Cuando se escucha al pueblo, las lógicas preconcebidas se tambalean. Sólo hay que tener el corazón y los oídos atentos. Cosa que no hace el amo, pues enseguida arremete con amenazas y castigos.

Los segadores
  • Señor, si la semilla que sembraste en el campo era buena ¿de dónde ha salido la mala hierba? … ¿Quieres que vayamos a arrancar la mala hierba? (Mt 24, 27-28).

La pregunta ¿de dónde ha salido la mala hierba? es una pregunta aguda, por las causas de lo ocurrido; es una pregunta que intenta develar lo oculto, es una pregunta desideologizadora. Es una pregunta cargada  de sospecha. La respuesta mítica del amo (el Enemigo lo ha hecho) no satisface a los trabajadores, que proponen una solución práctica y desmitologizadora.
Se pone en evidencia el conflicto entre amos y siervos, sus visiones contrastadas, las desconfianzas hacia los amos… Es posible adivinar una sospecha sobre el amo y sobre la semilla que él mismo puso. La semilla no la pusieron los trabajadores, sino el amo, y es de eso que lo acusan sutilmente: de ser él el causante del daño en la finca; pero el amo se defiende con artimañas ideológicas y míticas.
Se presenta en el texto a unos campesinos con palabra, con pensamiento crítico, con perspectiva analítica sobre la realidad. Desafían incluso al amo en su honor, al acusarlo de colocar mala semilla.
Desde una mirada pedagógica se descubre la dialoguicidad como clave de todo proceso. En el diálogo se descubre lo real. La palabra permite desentrañar los escondrijos ocultos.
Sorprende que se aguarde para arrancar la mala hierba. Si los campesinos la han reconocido y hacen la propuesta de arrancarla, es que ya tendrían experiencia en esas acciones y resultarían más efectivas y menos trabajosas. Es lo que indican la mayoría de los campesinos con lo que he conversado: A la mala hierba hay que atajarla cuanto antes.
Ahora bien, es común en varias parábolas que para resaltar el mensaje ético se apele a la sorpresa y contraste con el mundo real, con la experiencia cotidiana. De ese modo se intenta llamar la atención sobre la propia vida. Es posible que en la exploración de sentido del texto por las comunidades primeras haya que apreciar un llamado a la paciencia ante el llamado retraso de la parusía, pero en su sentido primero, en el contexto del campesinado galileo, es posible explorar otros sentidos del textos, desde las claves propuestas.
Se contrasta así con las lecturas que pretenden justificar actitudes de resignación ante la injusticia, o que remiten a la vida ultra-terrena como solución de todos los desmanes presentes.
La parábola señala la actitud crítica y propositiva de los trabajadores como una pista de acción para los creyentes de hoy y para los procesos pedagógicos latinoamericanos.


Los jornaleros
  • Estos que llegaron al final trabajaron solamente una hora y les has pagado igual que a nosotros, que hemos aguantado el trabajo y el calor de todo el día (Mt 20,12).

Es otra parábola que ha sido leída identificando al amo y su justicia con Dios y su obrar. Pero muchos trabajadores se preguntan al escucharla: ¿en verdad es esta la justicia de Dios? Pronto afloran experiencias de malos tratos patronales, de trabajos mal pagados, de trabajos pesados… Desde la experiencia de sufrimiento, de trabajo duro aguantando el trabajo y el calor, las palabras del amo resultan poco empáticas por decir lo menos. Casi se trata de una ofensa, de un menosprecio a su trabajo. Son palabras pronunciadas desde la altura de la escala social, desde la distancia. No hay diálogo posible. El amo no sabe de estos trabajos y sudores.
Detrás del reclamo de los trabajadores puede apreciarse la palabra comunitaria. No es reclamo individual, sino de grupo constituido. El relato deja ver la realidad conflictiva galilea y los grupos que se van organizando para resistir a los terratenientes con propuestas de mayor justicia.
De nuevo aparece el reto por el honor. Los jornaleros se revelan ante un modelo socio-cultural que establece el patronazgo como camino de vida para el pueblo. La situación de opresión es tal que estas tramas culturales se resquebrajan, apelando a tradiciones ancestrales casi olvidadas. Es así como se hace posible la palabra de jornalero dirigida al amo. Es desde la rebelión contra los moldes impuestos como se construye la sociedad comunitaria alternativa que propone el texto, en la que es oída la voz de los jornaleros.
Al realizar el ejercicio ético en las comunidades cristianas de fin de siglo I, la parábola se transforma en invitación a la contemplación del Dios gratuito y compasivo con todos. Y en el contexto de ruptura judaísmo-cristianismo pudo ser leído el relato desde la clave de la historia de la salvación, que da cabida  a los paganos.
Desde nuestra clave campesina, más originaria de Jesús y las comunidades galileas, los relieves son otros. La parábola resulta una invitación a la cohesión comunitaria, al apalabramiento de los pobres y la lucha decidida por la justicia, frente a la injusticia de los poderes sociales constituidos de hecho.

Detrás de estas palabras está el maestro galileo Jesús. El Jesús de los campesinos, el de los pobres sufrientes, el Jesús denunciador de injusticias y propositor de una Comunidad de Alianza, desde lo mejor de la tradición religiosa-profética de su pueblo.
Concluyo con una oración-poema dirigida a Aquél que con sus parábolas revolucionarias se constituyó en el Maestro de los pobres:

Maestro de los pobres
Siempre invitas a la mayor justicia
Tú apalabras los sueños
De la tierra hermana
Con frutos para todos
En relatos colmados de sonrisas
Y al pobre das palabra
Labrador que propone proyectos de vida

Disputando al amo su derecho sin rapiña

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