sábado, 24 de octubre de 2015

El cuerpo: casa de solidaridad (Lucas 11,33 -12,34)



El tercer cuadro de la primera sección del viaje de Jesús a Jerusalén en el Evangelio de Lucas (Lc 11, 33-12,34) llama la atención por el tema de la corporalidad. Más de 25 veces está en juego el cuerpo o los órganos que se le asocian. La sección concentra de modo sorprendente una gran cantidad de términos que lo hacen palpable: cuerpo (soma), ojo (oftalmos), dedo (dactilos), sangre (aimatos), boca (stomatos), oído (ous), cabellos (trijes), cabeza (kefas), vida (zoe), alma (psique) y corazón (kardios). Además de los más genéricos interior (esothen) y hombre (antropos). Lo aún más curioso es que todos -excepto boca- provienen de la fuente Q (presentes de modo destacado en la sección III de juicio y el bloque D de instrucción[1]).
Este cuadro podría estructurarse así:
1.      Introducción-Anuncio: el ojo simple y el ojo malvado (11,33-36: Q)
2.      Fariseos y escribas cuestionados (11,37-54: L-Q-L)
3.      Primera llamada a los discípulos (12,1-12: L-Q)
4.      Ricos cuestionados (12,13-21: L)
5.      Segunda llamada a los discípulos (12,22-34: Q)
La contraposición de los discípulos a los fariseos, escribas y ricos resulta evidente. La invitación que Jesús hace a sus seguidores es a no actuar con el ojo malvado, sino con ojo simple; a no poner la vida-corazón en los bienes, sino en Dios y su justicia.

Introducción-Anuncio: el ojo simple y el ojo malvado (11,33-36)
Se refiere aquí “la importancia de tener el espíritu sano y luminoso, para que todo el cuerpo esté luminoso. Cuando Jesús expulsa un demonio, sana el espíritu de la persona y toda su vida llega a ser luminosa. Los enemigos de Jesús tienen un espíritu turbio, por eso no entienden la obra de Jesús”.[2] De este modo se conecta lo anterior –sobre el conflicto con Satanás- con lo que sigue. Estos versículos hacen de gancho entre los dos cuadros.
En la expresión “el ojo es la lámpara del cuerpo” (34), el cuerpo se refiere a “la persona; es ésta, no el cuerpo, la que goza de la luz o está sumida en la oscuridad”[3]. El ojo es el resplandor de la persona. Es así que ojo simple es la persona solidaria y ojo malvado es la persona avara, ruin, mezquina.

El ojo puede indicar inclinación, deseo, ambición, avidez y, más en general, la disposición de la persona respecto a algo considerado apetecible, en particular a los bienes materiales… Literalmente se habla en él (en este pasaje) de un ojo simple (no de un ojo sano, como suele traducirse) y de un ojo malvado (no de un ojo enfermo). Ahora bien en el AT ojo malvado significa tacañería,

o envidia  (Dt 15,9; 28, 45.54.56; Prov 23,26; 28,22; Tob 4,7.17)[4].

La simplicidad o sencillez atribuida al ojo (ojo simple) equivale a la generosidad o desprendimiento, según el significado común de la palabra simplicidad en la lengua helenística y en la del NT. Resulta así que la perícopa… trata el tema del dinero. Habla de la generosidad, que se traduce en el compartir, como lo que da el valor a la persona, y de la tacañería o apego al dinero como de lo que hace a la persona miserable. La primera ha de ser la característica del discípulo.[5]

H. Elliot propone una interpretación del “ojo malvado” a la luz de la creencia popular tan extendida del “mal de ojo”, que incluye la noción de que ciertos individuos tiene el poder para dañar a otras personas sólo con su mirada. Pero su interpretación no se aleja tanto de la lectura que se viene haciendo, puesto que la emoción que asocia a este “mal de ojo” es la de la envidia[6].
La contraposición de ojo simple-solidario y ojo malvado-avaro apunta la clave para seguir leyendo. Fariseos, escribas y ricos son ojos-malvados, mientras que a los discípulos se les invita a ser ojo-simple. De ese modo, desde la generosidad y el compartir, su cuerpo será luminoso.

Fariseos y escribas cuestionados: la sangre de los profetas (11,37-54)
Generosidad que llena el interior y justicia profética que se proclama con la boca a riesgo de la sangre derramada son los temas de lo que sigue, un texto Q con encuadre lucano.
Jesús confronta a fariseos (39-44) y escribas (45-52). Estos textos de confrontación provienen de Q, texto escrito por las comunidades galileas que han vivido en fuerte tensión con los escribas representantes de Jerusalén. Lucas ha enmarcado estos textos, contextualizándolos en una comida con un fariseo (37-38) y elaborando una conclusión con el acoso a Jesús (53-54).[7]
Sobre los fariseos, “Jesús no teme frecuentarlos, pero considera nula su autoridad…Jesús condena su función social, es su poder lo que quiere romper…”, ha dicho Duquoc.[8]
Es clave para entender sus distancias la

clara discrepancia de Jesús en cuanto al valor y significación atribuibles a las tradiciones… Para Jesús la observancia material no basta… El verdadero conocimiento de la ley… consiste en una práctica concreta de amor y justicia… De nada sirve hacer proliferar al infinito los mandamientos de la ley si se ignora su verdadero eje… Los fariseos extreman precauciones par ano transgredir la ley. Pagan incluso el diezmo de las hierbas silvestres que brotan en el jardín, pero descuidan el corazón de la ley: la justicia y el amor de Dios… Lo que en la perspectiva abierta por Jesús descalifica a los fariseos es su falta de gratuidad… que significa para Jesús la pérdida del sentido de Dios.[9]

Desde la valoración de la corporalidad resalta la mención del interior (esothen: 39-40) en dos ocasiones. El interior no hace referencia a una espiritualidad ajena a la vida. Al contrario, se relaciona con la rapiña y con la limosna. Hay dos modos de llenar el interior: con bienes robados a los pobres por la rapiña o con frutos de desprendimiento y solidaridad.
Jesús
afirma claramente que la solidaridad humana o justicia y el amor de Dios (42) son la esencia de la ley y que, si se conculcan estos mandamientos, cualquier otra observancia de los preceptos de la ley es hipocresía; así se es una tumba sin señal (cae en la impureza cuando se pisa una tumba), es decir, los fariseos hacen impuros a los demás… Jesús aparece implícitamente como el verdadero maestro de la ley frente a los fariseos, que no la cumplen en su sentido más profundo: el amor a Dios y al prójimo.[10]

Sobre los escribas pesa la crítica más fuerte, pues

monopolizan la ciencia, y al mismo tiempo la han hecho incomprensible… Jesús opone su lectura a la lectura de los que por entonces se consideraban expertos en la Escritura… Para  Jesús… vale una regla de interpretación…: para entender las escrituras es preciso respetar y amar, tal como es, a la masa ignorante de los pobres…[11]

Los escribas “abruman a la gente con cargas insoportables (46) pero ellos no las rozan con el dedo. El fondo de esta crítica va contra el divorcio entre teoría y práctica y contra la falta de amor a los demás”.[12]
La mención del dedo hace aquí referencia al sentido de la mano, como “figura de la actividad”. La mano de Dios significaba salvación y liberación. La mano de Jesús representa su actividad beneficiosa. Mano que toca, o se aplica para curar; y que se impone para bendecir.[13]  Por el contrario, los fariseos no mueven ni siquiera un dedo, un parte mínima de la mano, para beneficiar a los demás. Para resaltar su in-actividad se utilizar el verbo rozar. Y lejos de salvar o liberar, lo que hacen es sobrecargar al pueblo.
Herodes el Grande ordenó la construcción de mausoleos en conmemoración de los patriarcas y profetas. A esto aluden las frases de los vv. 47-51 contra los escribas,

la acusación es grave porque supone una solidaridad en cuanto a la sangre derramada… se rinde homenaje a los profetas cuando están muertos… cuando no pueden molestar más. Pero en vida se les persigue y se les mata. Ellos tratan la palabra profética arqueológicamente, no admitiendo su incidencia actual… renuncian a ponerse a la escucha de la palabra de Dios… como desenmascaramiento del mal presente…[14]

La memoria (mnemeia=lugares del recuerdo: 47) que se hace a los profetas es una memoria de muerte, contrapuesta a la memoria de vida y liberación que caracteriza la memoria del éxodo, o la memoria de los padres que se proclama en el Magnificat y el Benedictus (1,54.72).

Vuelve a aparecer la corporalidad en lo más álgido de la crítica. La sangre es nombrada tres veces: sangre de profetas, sangre de Abel, sangre de Zacarías. La perspectiva sobre el profetismo se amplía, al considerar a Abel el primer profeta. La profecía existe desde la creación del mundo (50). Y se amplia al considerar a Zacarías como profeta vinculado al templo (muere entre el altar y el santuario). Es profeta aquél cuya sangre derraman para acallar su palabra. Pero esta sangre “será demandada a esta generación”, en expresión típica de Q, con la que se representa el juicio de Dios.
Aquí se ve reflejada

la cristología de la comunidad Q, que no habla de la muerte de Jesús, (pero que) la sitúa, cuando alude a ella, en la tradición de los profetas de Israel, que son asesinados… Los discípulos, ya antes del  Pascua, consideraron a Jesús  como un gran profeta… que invita a observar la ley de Dios.[15]

Aunque propio de Lucas, termina esta parte haciendo mención (2 veces, en el v. 54) de la boca (stomatos) de Jesús. Fariseos y escribas están al acecho de las palabras que salen de su boca. El aporte lucano no se aparte de Q: la palabra de Jesús es palabra de maestro que clama por la ley interior; y es palabra profética, acechada y perseguida.

Primera llamada a los discípulos: la vida es más que el cuerpo (12,1-12)
Esta parte se abre con la mención de las multitudes (oklos: 1), término típico lucano que hace inclusión, al comenzar con él la parte siguiente (12, 13). Las palabras de este cuadro quedan enmarcadas así como un discurso a los discípulos, seguidores de Jesús entre el pueblo, entre multitudes.
En lo que sigue, Lc utiliza el material Q de que dispone y lo ajusta a sus necesidades. La escucha y anuncio de la Palabra es un tema predilecto del Evangelio de Lucas, que lo relaciona con la puesta en práctica de la misma. Aquí hacen de marco la escucha y la proclamación de la Palabra que abren el texto (v.3), con la enseñanza y la palabra dicha en contra o sugerida por el Espíritu que lo cierran (vv. 8-9)

El oído (v. 3) se relaciona con la escucha en privado, en lo secreto. Pero esto que se escucha en privado será proclamado abiertamente.
En relación con el cuerpo (v. 4), “predomina el sentido físico”; “matar el cuerpo en el sentido de suprimir la vida física de la persona”[16]. Pero, a la vez, se afirma que la vida es más que el cuerpo. Quienes matan el cuerpo no pueden hacer más nada. La vida es cosa de Dios. El tema del cuerpo se sitúa también aquí en contexto de anuncio de la Palabra y las consecuencias que genera. Los cabellos de la cabeza (v. 7) son el signo de cuidado de Dios sobre sus criaturas. El valor de la persona es tal que hasta los cabellos los cuenta Dios. Dios es el cuidador de la vida.

La mención del Hijo del hombre en esta sección aparece en este contexto de la palabra proclamada y la vida amenazada. Para Schillebeckxs, bajo una óptica escatologista, en las comunidades Q

la expresión “Hijo del hombre” (8-9) se emplea para indicar la función del hijo del hombre como juez futuro… Determinadas comunidades del cristianismo primitivo… encuentran la salvación en Jesús como juez universal que debía venir pronto para perdonar y condenar… Hay una identidad entre el pronombre “me” (12,9) y el “hijo del hombre” (12,8)… Pero la identificación se refiere al Jesús celestial con el hijo del hombre.[17]

Sin embargo, algunos investigadores actuales no expresan con tanta seguridad esta perspectiva escatológica futura de Jesús y de las comunidades rurales galileas. Es también probable que en el texto Lc 12,8-10 las comunidades identificasen al Hijo del Hombre con el propio Jesús histórico en clave de escatología realizada. Lo que se realizó en el Jesús histórico, de anuncio y de persecución, hoy se cumple en las comunidades.
El texto parece además moverse en las aguas de esta ambigüedad entre el Jesús terreno y el celestial al referirse al Hijo del Hombre, pues las acciones humanas de confesar, negar o pronunciar una palabra en contra de este Hijo del Hombre remiten a la toma de postura frente a las acciones y el significado del Jesús histórico para la fe; mientras que la confesión del Hijo del Hombre ante los ángeles remiten a la escatología futura.

Cuestionamiento de los ricos: la vida es más que los bienes (12,13-21)
Este cuadro, con la mención de la vida y el fuerte cuestionamiento de los ricos, se muestra como típicamente lucana.
Vida es el término corporal que resalta en esta parte. Vida en sus dos vertientes: psique y zoe.
En los evangelios, psykhe es la vida misma… El gr. psykhe es un concreto que denota al individuo humano en cuanto vivo y consciente; de ahí que a menudo equivalga en el uso al pronombre reflexivo… El NT no enseña la inmortalidad del alma. Esta no es la parte real y valiosa del hombre ni su elemento eterno y permanente.[18]

En este texto psique aparece tres veces en los vv. 20-21. El término zoe-vida también aparece aquí mencionado, y aunque una sola vez (v. 15),  su sentido es más teológico: se refiere a la vida para Dios.
El rico insensato (vv.16-20, ver Ev Tom 63) pensaba darse buena vida (psique) después de una cosecha abundante y Dios puso por la noche un fin repentino.
Un diálogo introductorio (situado aquí por el redactor lucano, pero trasmitido también  independientemente en Ev Tom 72) da alguna pista de interpretación: los bienes no tienen importancia para la adquisición de la vida (zoe: v. 15).
La historia del rico insensato trata de “un gran terrateniente” (v. 16) que recoge el grano en “graneros o almacenes” (v. 18) después de trillada la mies. Así cree no tendrá que temer durante muchos años las malas cosechas (v. 19). Pero de pronto descubre que la vida (psique) es como “un préstamo que Dios da y cuya devolución manda anunciar para la noche siguiente”. Se trata de una parábola escatológica. El juicio es inminente[19].
El Reino, con la misma inevitabilidad que posee la muerte, termina con la “recompensa” sobre la cual se basaban los cálculos de felicidad para el resto de la vida. Se vive de espaldas al Reino porque todo está preparado para que su improbable venida no cambie nada… la felicidad de los pobres supone resarcirlos de la inhumanidad sufrida…sacar, en beneficio de los pobres, los bienes del único lugar donde los hay en abundancia. Esto es, de los ricos.[20]
El término insensato (a-fron: v. 20) relaciona este texto con el de los fariseos (11,40). Ricos y fariseos son igualmente insensatos, cuando acaparan para sí y no se preocupan de la justicia.

La verdadera vida es la que pertenece a Dios, la vida junto a Dios y por el Reino; y ésta no se asegura acumulando bienes; ni disolviendo la fraternidad en peleas por herencias. Todo lo contrario, la vida se “asegura” en la solidaridad y los bienes compartidos.

Segunda llamada a los discípulos: el corazón para Dios (12,22-34)
Cierran estos cuadros con un texto propio de Q. Alma-vida (psique) y corazón (kardios) son los términos corporales que se presentan. El alma del que banquetea en forma acaparadora, insolidaria, será reclamada por Dios. Se nos ha dicho ya que la vida no se asegura con bienes; ahora se completa: ni tampoco con alimentos o vestidos. La vida vale más que el alimento.
Hay distintas lecturas del pasaje. Para Jeremias, los discípulos, “con su Padre están totalmente seguros”, es lo que “ha inculcado Jesús en las imágenes incomparables de los pájaros bajo el cielo y de las flores en el campo (12,24.27s)”. Jesús prohíbe la merimnân, que puede referirse a la preocupación, o al esfuerzo excesivo. El cambio por zoteîn (buscar) en 29-31, muestra que “sólo viene en consideración la segunda significación”, no la de preocupación, sino la de esfuerzo. “Jesús prohíbe, por consiguiente, a los discípulos, esforzarse demasiado por el alimento y el vestido”.[21]
Echegaray lo interpreta en una clave más exigente, desde el discernimiento y la renuncia en función de la misión. “El sentido… es no supeditar la misión sino al mínimo requerido para cumplirla con eficacia. Ello indica en cada caso el discernimiento de lo que se debe hacer, pero siempre la renuncia a buscar en primer lugar la seguridad propia o a exigir un trato privilegiado”.[22]
Horsley quiere ver detrás del texto el modo de organización solidaria de las primeras comunidades galileas: “A quienes están preocupados por no tener qué comer ni qué vestir, Jesús les asegura la subsistencia (¿bienes compartidos?) si sólo se preocupan por el Reino” (22-31)[23]

La relación con la solidaridad se establece al final del pasaje. El corazón es para Dios,  para el cielo, en la medida de la solidaridad. Vendan sus bienes y den limosnas (33). Corazón significa “la totalidad de la persona vista en su realidad interior, la personalidad como un todo, el carácter, la disposición y actividad interna consciente y deliberada del yo humano;…denota la integridad del hombre en cuanto estable o continuada; por eso se atribuyen al corazón, en sus aspecto de “mente”, las convicciones o la ideología; en su aspecto de “voluntad”, las actitudes o disposiciones; en sus aspecto de sentimiento, los amores y los odios.” [24] Corazón para el cielo significa, por tanto, actitud estable de referencia a Dios, solidaridad y generosidad como actitudes orientadoras de la vida.


El cuerpo: casa de solidaridad
Cuerpo luminoso o a oscuras; matado o vestido; el cuerpo no debe preocuparnos; no debemos preocuparnos en cómo vestirlo ni siquiera de si es muerto, asesinado. Pero no se minusvalora, porque vale más que el vestido. Debemos preocuparnos sobre todo de si no es luminoso. De si la vida está orientada hacia Dios, en actitud de entrega solidaria a los hermanos.

Hay quienes sólo piensan en acaparar bienes, invitan a su alma al descanso y disfrute egoísta, tienen su ojo malvado, son codiciosos, atesoran riquezas para sí y no para Dios. La invitación es a poner el tesoro en el cielo, en Dios; a poner allí el corazón, en el desprendimiento generoso, ojo simple, y la solidaridad. La invitación es a la confianza en Dios que cuida de los más pequeños: lirios, hierbas, cabellos, pequeño rebaño. Confianza y “llamamiento que hace el plan de Dios al pequeño grupo de Jesús en vistas a una colaboración para “buscar” la realización del Reino”[25].

Unida a la mención de los bienes-tesoros, limosnas, y edificación de graneros-sepulcros, se refuerza en la sección la consideración de la corporalidad como casa de la solidaridad. ¿Qué es lo que edificamos los discípulos? ¿Graneros para asegurar el futuro? ¿Memoriales del pasado?
El cuerpo del discípulo no es para la autoedificación excluyente, para el acaparamiento de bienes o la autocontemplación, sino para la solidaridad y la vida. Ojo simple y corazón para el cielo señalan la orientación fundamental del discípulo. La parábola del rico y el granero señala el prototipo del anti-discípulo: el que sólo piensa para sí. La contemplación de los pequeños, naturaleza mínima (lirios, hierbas) y pueblo pobre (oklos), señalan la ruta del discípulo, que atesora para Dios en desprendimiento y solidaridad.

Estos textos, leídos en ambientes helenistas urbanos, previenen de la tentación acomodaticia a los discípulos de posiciones privilegiadas en la nueva situación de casa-empresa greco-romana y exigen la radical solidaridad. A los cristianos esclavos y de estratos inferiores les invitan a ser solidarios entre sí y a la confianza en Dios.

            Hacer bolsas indestructibles
Es curioso observar los roles de género establecidos en esta sección. Los varones ocupan los primeros puestos en las sinagogas, saludan en las plazas, tienen la llave de la ciencia, construyen almacenes… Otras acciones podrían vincularse, en ese contexto patriarcal, con  mujeres in-nombradas: hacer la comida, vestirse, hilar y tejer…
Lo sorpresivo es que, en la conclusión del cuadro, a los discípulos se les asigna un rol femenino: hacer bolsas indestructibles. Un nuevo tejido de vida. No ya la construcción de almacenes, para acaparar egoístamente, sino bolsas para guardar lo más preciado, simbolizado en el corazón. En la comunidad de seguidores de Jesús, los roles quedan desbaratados. El rol común es la creación de la vida plena para todos.





[1] Estructura propuesta en RIBLA 22 (1996) 157-159 por Pixley y Vaage.
[2] RICHARD, P. “El Evangelio de Lucas”, 18
[3] MATEOS, J. y CAMACHO, F. Evangelios, figuras y símbolos, El Almendro, Córdoba 1992, 132
[4] Ibídem 32. Diferente interpretación en JEREMIAS, J. Las parábolas de Jesús, 199-200, quien se remite al arameo (de acuerdo a la hipótesis, hoy poco aceptada, de tal sustrato previo) y al Ev Tom 24,  interpreta el pasaje “no como una advertencia contra la codicia, sino contra la ceguera interior”.
[5] MATEOS-CAMACHO, Evangelios, 32-33
[6] Citado por GOWLER, D. “What are they saying about the parables?” (2000) [Documento en línea]
[7] RICHARD, P. “El Evangelio de Lucas”, 18
[8] Jesús, hombre libre.  Sígueme, Salamanca 1990, 29-30
[9] ECHEGARAY, H. La práctica de Jesús, Cep, Lima 1981, 129
[10] SCHILLEBEECKS, E. Jesús, la historia de un viviente. Cristiandad, Madrid 1981, 213-214
[11] ECHEGARAY, Práctica, 118-119
[12] SCHILLEBEECKX, E. Jesús, la historia de un viviente, 214
[13] MATEOS-CAMACHO, Evangelios, 33-34
[14] ECHEGARAY, Práctica, 121-122
[15] SCHILLEBEECKX, E. Jesús, la historia de un viviente, 249-251
[16] MATEOS-CAMACHO, Evangelios, 132
[17] SCHILLEBEECKX, E. Jesús, la historia de un viviente,  377-380
[18] MATEOS-CAMACHO, Evangelios, 140-141
[19] JEREMIAS, Parábolas, 201-203
[20] SEGUNDO, J.L. La historia pedida y recuperada de Jesús de Nazaret. Sal Terrae, Santander 1991, 195-196
[21] JEREMIAS, Parábolas, 159-160
[22] ECHEGARAY, Práctica, 117
[23] HORSLEY, R.  Jesús y el imperio. Verbo Divino, Estella 2003, 142
[24] MATEOS-CAMACHO, Evangelios, 136
[25] SEGUNDO, Historia perdida, 167

miércoles, 2 de septiembre de 2015

De esclavos humillados a hermanos en la mesa

Parábola del esclavo a la mesa (Lc 17, 7-10)

EL TEXTO DE LUCAS 17, 7-10
7 ¿Quién de ustedes tiene un esclavo que regresa del campo después de haber estado arando o cuidando el ganado, y le dice: Pasa, siéntate a la mesa?8 ¿No le dice antes: Prepárame la cena, y arremángate, y sírveme mientras yo como y bebo. Después de esto, come y bebe tú?9 ¿Da gracias al esclavo porque hizo lo mandado? Pienso que no.10 Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo mandado, digan: Esclavos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos.

Τίςδὲἐξὑμῶνδοῦλονἔχωνἀροτριῶντα ἢ ποιμαίνοντα, ὃςεἰσ ελθόντιἐκτοῦἀγ ροῦἐρεῖαὐτῷ· Εὐθέως παρελθὼνἀνάπεσε, ἀλλ’ οὐχὶἐρεῖ αὐτῷ· Ἑτοίμασον τίδειπνήσω καὶ περιζωσάμενος διακόνει μοιἕωςφάγω καὶ πίω, καὶμετὰ ταῦτα φάγεσαι καὶ πίεσαι σύ; μὴἔχειχάριντῷ δούλῳὅτιἐποίησεντὰ διαταχθέντα; 10 οὕτως καὶὑμεῖς, ὅταν ποιήσητε πάντα τὰδιαταχθέντα ὑμῖν, λέγετεὅτιΔοῦλοιἀχρεῖοίἐσμεν, ὃὠφείλομεν ποιῆσαι πεποιήκαμεν.

La primera reacción es de choque con el mensaje más global de Jesús. ¿Cómo puede ser que el esclavo se presente de esa manera, tan humillado, trabajando en el campo duramente y luego trabajado en casa? ¿Cómo puede ser que en esta comida casera el último siga como último, cuando poco antes nos ha dicho Jesús que los últimos serán primeros, y el humillado ensalzado? (Lc 13,30; 14,11) ¿Cómo puede ser que a este buen hombre no se le reconozca su trabajo, ni se le agradezca, y hasta se le llame inútil, cuando bien útil le resulta al señor?
Y entonces nos hacemos otras preguntas: ¿Qué situación inspiró esta parábola? ¿Cómo se relaciona la parábola con su final que la interpreta? ¿Qué sentido podría tener la parábola si la situamos en un contexto originario galileo, entre el campesinado? ¿Cómo la habrá leído la comunidad urbana de Lucas? ¿Cómo se leyó en el cristianismo posterior? ¿Qué lectura predominó? ¿Cómo podemos leerla hoy de un modo liberador?
En nuestras experiencias laborales encontramos esto: Hernán fue maltratado en su trabajo cuando llegó como inmigrante, no le reconocían sus derechos, sus horas extras, su seguro social…. nada de eso le consideraban; los jefes se amparaban en que no tenía papeles. Ana era maltratada en su trabajo en casa de familia, comía en el lavandero, lejos del comedor familiar, le daban lo que sobraba de la mesa de la familia, a veces unos pancitos nada más. También se ve esto en la experiencia de pareja. Josefina trabaja todo el día, y cuando llega el esposo tiene que atenderle con la comida: que esté bien caliente; una vez se la lanzó a la basura. Muchas mujeres sufren la sobre-explotación en la calle y en el hogar. Algunos hijos no reconocen ni agradecen el trabajo de la mujer-madre.

EL CONTEXTO LUCANO: el señorío de quien sirve
Adentrémonos en el texto de Lucas. Veamos su contexto. La unidad Lc 13,22-17,10 aparece como un bloque poderoso en el que el conflicto señor-siervo, pobre-rico, padre-hijo, fariseo-discípulo juega un papel decisivo. El contexto histórico enriquece nuestra mirada. Estos pares de opuestos bien pueden entenderse desde las comunidades originarias galileas rurales (terratenientes, trabajo en el campo, endeudamientos, esclavos rurales). Sin embargo, el contexto urbano y helenista desde el que se escribe Lucas posibilita otro acercamiento (talleres artesanos, esclavitud masiva, esclavos artesanos, abismo entre pobres y ricos). Sobre la ciudad se hace una mirada crítica: está llamada a transformarse, a transformar sus relaciones. Pueden considerarse además losconflictos entre judaísmo formativo y cristianismo nacientes; los conflictos del cristianismo helenista con el judeo-cristianismo…Todas estas realidades del siglo I han de ser tomadas en cuenta.
Abren algunas secciones de esta unidad lucana los términos camino en 13,22 y 14,25; y discípulos en 14, 26; 16,1 y 17,1. El discipulado se realiza en el camino nos dice claramente. Las secciones 13,22-35 y 17,1-10 constituyen la apertura y el cierre de la unidad. Los términos señor (kyrios: 13,23.25.35; 17,5.6), comer y beber (fago, pio: 13,26; 17,8), entrar o regresar (eiseltein: 13,24; 17, 7) y apóstoles (apostoloi: 13,34; 17,5) marcan la inclusión. Otros términos se hayan mutuamente referidos: enseñar (didaskas: 13,22.27) y discípulos (matetas: 17,1); último (escatoi: 13,30)  y pequeño (micron: 17,2); hijo (tekna: 13,43) y hermano (adelfo: 17,3); siervo (doulos: 17, 7.8.9.10) y señor.  Son términos que resonarán a lo largo de toda la unidad.
El Señor de la primera sección es Jesús (13,23) y es Dios (13,35). El de la última, es un señor sin compasión. Se hace ver que hay dos modos de ser señor: al modo de Jesús y al modo de los tiranos del tiempo. Estas secciones están caracterizadas por las relaciones de poder, de dominio; por las relaciones políticas. El par de términos contrapuestos señor-siervo es clave para designar los personajes que aparecen. Es conveniente anotar que esta terminología proviene de la Fuente de Dichos (Q) que utiliza Lc. La contraposición señor-siervo (kyrios-doulos) en 17,5-10 debe entenderse desde la revelación de que en el Reino se juegan otras categorías. Esta última sección se abre con la mención del discípulo (17,1) y se cierra con el siervo (17,10). Sólo se puede ser discípulo a modo de siervo, y no al modo de señor. Ese es el modo del Reino.
¿Quiénes son aquellos que pueden comer y beber en la mesa del Reino? “¿Quiénes se salvarán?”, es la pregunta que hacen a Jesús. Se ve que no se trata de la salvación del alma individual, pues enseguida se utiliza la imagen de los antepasados comiendo en una mesa en la que muchos se sentarán. En las categorías sociales de la época un siervo nunca podrá acceder a la mesa de su señor; pero no es así en el Reino de Dios. En los modos del Imperio Romano, y de todo Imperio, los pobres no pueden entrar al banquete y la puerta está cerrada para ellos. Pero en el Reino que Jesús proclama muchos que vienen de lejos –los excluidos- entran al Reino. Allí no hay señores ni siervos. Todos son discípulos, hermanos y enviados (apóstoles). Nadie queda por fuera. El señorío único es el de Jesús. Y es otro señorío: el del servicio.

DETALLES TEXTUALES: ni Dios ni señor
En el relato 17, 7-10 llaman la atención algunos detalles textuales. Ustedes (vv. 7.9) está referido a los discípulos-apóstoles de los vv. 1.5; no se menciona al amo-señor; y, aunque algunas traducciones lo incluyen en el v. 9, no aparece en las variantes griegas. Algunas traducciones incorrectas completan el sujeto tácito con el término “señor”: “lo que le mandó el señor”. Y, del mismo modo, agregan Dios en el v. 10: “lo mandado por Dios”, cuando el texto griego sólo dice: “lo mandado”. Deben evitarse estos agregados, aunque tengan justificaciones gramaticales, sobre todo por la carga de interpretación a que ha sido sometido el texto. Siervo-servir (doulos: 7.8.10) es término usado para los esclavos. También se usa diakonía en el v. 9.

LA PARÁBOLA: lo que ocurre en el Imperio
Debe distinguirse entre la parábola del 7-9 y la interpretación que se hace de ella en el 10. La primera parte describe lo que sucede en la sociedad esclavista. La tradición hebrea se ha perdido. En el mundo  grego-romano ha desaparecido la comensalía fraterna, de iguales. Es la realidad imperial-urbana. El texto describe con palabras densas y claves (dado lo sintético) la humillación del esclavo.
  • Ha estado arando o pastoreando. Normalmente ese trabajo lo realizan personas diferentes; aquí el esclavo lo hace todo.
  • Regresa del campo. El campo se contrapone a la casa familiar. Se refuerza el contexto urbano, con terrenos aledaños, propiedad de los terratenientes. El camino lo hace el esclavo a pie.
  • Prepara comida, arremángate y sírveme. El duro trabajo de la casa, agregado.

En la sociedad esclavista, las cosas son así, como se han descrito.

LA GRIETA DEL V. 7: Espacio a la imaginación creativa
Se abre una grieta en el texto: pasa al momento y ponte a la mesa (v. 7). Por un momento se puede soñar en otra sociedad. Es posible apuntarse a otro modelo social. La propuesta de Jesús del Reino entra en conflicto con el modelo imperial. En el Reino no será así, como se ve a diario, no puede ser así; por muy contrastante que sea, los señores serán hermanos. La actitud de los discípulos no puede ser otra sino la de crear una mesa común; el “ponte a la mesa”, que es mencionado como algo inusitado, es la propuesta del reino; incluye al esclavo en la mesa familiar;  una mesa que se ha abierto a todos. Amo y esclavo en una mesa común. Fin de los amos. Es la mesa que no quiso ser, en la parábola del rico (c. 16). Es la mesa festiva del c. 15. Es la mesa universal de los patriarcas (c. 13). En este versículo 7 se descubre la clave para la correcta lectura del texto.

OTRA SOCIEDAD POSIBLE
Agradecimiento a los pequeños
Otra sociedad es aquella en la que los últimos, los excluidos, reciben agradecimiento (karis, v. 9). Es lo que no sucede en la sociedad imperial, pero en la imaginación del pueblo es posible que suceda. Se abre espacio a la construcción de una nueva realidad. En nuestro modelo social abundan los actos públicos para elogiar a los poderosos y sus logros económicos, políticos o tecnológicos. Poco se agradece el trabajo del pueblo.

Comerás y beberás
Aunque el esclavo lo hace después, finalmente comerá y beberá. Es una palabra de promesa que se asocia a las palabras proféticas y los sueños de Apocalipsis: Comerás y beberás,  vino y leche de balde (Is 55,1; Ap 22,6).

LOS DISCÍPULOS EN ESCENA: llamada a la conversión
La introducción de los discípulos (ustedes) en la escena es un recurso retórico que puede leerse como cuestionamiento al modelo familiar greco-romano que se va colando entre la comunidad lucana urbana. ¿Son ustedes como esos amos esclavistas? Y remite a aquello de Lc 22, 24-27: “No sea así entre ustedes; el que quiera ser el mayor, que se haga servidor”.

LA INTERPRETACIÓN DEL FINAL DE LA PARÁBOLA
El v. 10 corresponde a una interpretación agregada a la parábola.

Lectura de cuidado
Hay quienes, leyendo esta parte fundados en el término “inútil”, y agregando los sujetos “Dios” y “señor”,  resaltan la distancia entre Dios y el ser humano, y desarrollan la actitud de humildad ante él. Esta lectura, que pudiera parecer apropiada, supone en este caso una justificación de la situación descrita con anterioridad, y una visión de Dios desde la autoridad de amo patriarcal, lo que sería una falsificación del contenido propio de tal parábola, que de ningún modo pretende apoyar la humillación de los pobres.

¿Qué es lo mandado? Inversión de situaciones
Pero resulta que Dios no aparece en el relato. Tan sólo la invitación a hacer lo mandado. ¿Y qué es lo mandado? La justicia y la fraternidad en las relaciones interhumanas. Así resulta que la clave para la correcta lectura de este v. 10 la da el cambio de situación de aquellos que son llamados “ustedes”, es decir, los discípulos. De ser ellos los que ordenan y mandan, y explotan al esclavo, han pasado a ser esclavos, a hacer lo mandado. Esta inversión de situaciones es propia de muchos textos lucanos, desde el Magnificat (c. 1), hasta los ayes de los ricos que llorarán, hasta aquellas menciones de primeros que serán últimos. En referencia a los discípulos, los textos les invitan a ser servidores, pequeños, últimos (Lc 22, 24-27; Lc 9,46; 14,11 y paralelos en Marcos y Mateo). Para constituir la mesa de la fraternidad sin exclusiones es necesario que aquellos que más bienes tienen en la comunidad se coloquen en situación de servidores.

La ironía como recurso
El término inútil asoma la ironía como recurso retórico. ¿Cómo puede ser llamado así quien ha estado arando todo el día, y de ñapa hace el trabajo de esclavo en la casa? Los discípulos galileos se reirían a gusto cuando Jesús les hizo tomar el papel de amos (si ese fuera el contexto originario), o se sentirían incómodos ¿acusados? si se vieran reflejados en la actitud déspota del señor (si se tratara de los discípulos ricos en la comunidad de Lucas). Desde este recurso al humor agudo los destinatarios son involucrados en el relato. ¡Y aún hoy nos incorpora a la escucha!

Colofón
Así se cierra el doble mensaje de estos cuatro versículos: mesa fraterna sin barreras, y abajamiento del rico. El pasaje se presta a una doble lectura, a partir de los contextos diversos, y desde el lugar de los pobres. Según la primera lectura, los campesinos galileos, a quienes pudo haber sido dirigido este pasaje en su origen, lo habrían entendido bien. Ellos eran los trabajadores rurales que habían perdido toda posibilidad de existencia autónoma y debían venderse como esclavos. En una segunda opción, los oyentes serían esclavos campesinos residentes en las ciudades grecorromanas. En todo caso, los patrones los explotaban y minusvaloraban su trabajo, pagándoles una miseria, sin ningún agradecimiento, y tratándolos de inútiles. Pero ¡bien se aprovechaban de su utilidad! Los discípulos han entendido que eso era justamente lo opuesto al Reino. En el Reino todos serán iguales, y el considerado señor se pondrá a servir a los siervos. El señor Jesús hace lo que no se espera de ninguno de aquellos señores. El señorío del reino es servicio (doulos, diakonia). Es lo que hará explícito el evangelio de Juan con su relato del lavatorio de los pies.

PEDAGOGÍA DEL RELATO
En el texto podemos descubrir algunos pasos pedagógicos para el caminar de las comunidades.
  1. Mirada a la realidad de explotación. El análisis gráfico de la realidad imperial -el esclavo que regresa del campo y sufre todo tipo de atropellos- es una invitación a mirar nuestras propias realidades socio-políticas y analizarlas sin ingenuidades.
  2. Interpelación a los oyentes. Es necesario involucrarse. No se trata de escuchar pasivamente los mensajes de los líderes.  Estamos llamados a cuestionar las situaciones injustas desde recursos sabios como la ironía y la atención privilegiada, interpelante, a los destinatarios…
  3. Ejercicio de soñar. Se trata de nuestro aporte a la propuesta de una nueva realidad, de un nuevo mundo posible, con creatividad, con poder popular creador. Desde el sueño de mesa común, sueño del Reino.
  4. Compromiso con ese nuevo mundo posible. Supone pasar y sentarse a la mesa. No quedarse por fuera. Poner las manos a la obra. Por el banquete abierto y sin exclusiones. Se trata de construir la apuesta: la mesa común fraterna, el “comerás y beberás” de balde.
  5. Asumir las consecuencias que trae para los discípulos ricos: reubicación social, y capacidad de agradecimiento a los pobres. “Dejarse evangelizar por ellos” –han dicho.


Son unas pistas valiosas que nos ofrece esta palabra liberadora del Evangelio de Lucas. Estamos llamados a recorrerlas.

sábado, 22 de agosto de 2015

Los discipulos llamados por Jesús, en Marcos 3, 13-19



13 Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él.
14 Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar,
15 y que tuviesen autoridad para echar fuera demonios:
16 a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro;
17 a Santiago y a su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes llamó Boanerges, esto es, Hijos del trueno;
18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananeo,
19 y Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron a casa.

Es un texto breve donde se presenta la elección de doce discípulos por parte de Jesús. En nuestra reflexión de la comunitaria resaltamos algunos algunos elementos:

Para que estuvieran con él
La llamada que Jesús les hace es para estar con él. Recuerdo unas reflexiones de Federico Carrasquilla, ya hace unos años, en este sentido. El proyecto de Jesús incluye la dimensión de comunidad con él. Marcos hace explícito ese espacio de convivencia, de compartir de vida, de cercanía, de aprendizajes mutuos. Espacio de intimidad necesario para el crecimiento humano y la amistad. Espacio con Jesús para el crecimiento en la fe.

Para el anuncio y la lucha contra el mal
El carácter de la misión que Jesús confía a sus seguidores incluye estas dos dimensiones. Anuncio: palabra pronunciada desde la esperanza, buena noticia ofrecida a los pobres, señalamiento de la presencia de Dios que irrumpe en la historia.
Acción contra el mal: acción educativa, en nuestra opción de vida, liberadora de las conciencias oprimidas, liberadora en colectivo; expulsión de los nuevos demonios que habitan en el mundo y nos habitan, expulsión de lo que no es de Dios: la sed de codicia y consumismo que exacerba el capitalismo, el individualimo neoliberal, las violencias de todo signo, los sometimientos y controles para privar de la creatidad, la libertad y la vida.

Les dio autoridad
Autoridad, poder. Algún autor traduce a nuestro tiempo este término por libertad. Los discípulos se vieron con una fuerza vital, con una energía nacida de la fe, que los lanzó por caminos y pueblos venciendo el temor. Perdieron el miedo a la religión establecida, a los poderes políticos del tiempo, a los poderes económicos…  desde otra realidad interior más poderosa: su libertad de espíritu, su pasión inquebrantable de Reino. Esa fue su autoridad, la que Jesús les dio. Así compartieron el poder de Jesús. Así intentaron ser como él. Ser otros Cristos.

Sentido comunitario de la misión
El seguimiento de Jesús nos previene de los sectarismos, de los personalismos. Su encomienda es misión de grupo, de comunidad de vida que comparte su fe y lucha por lo que cree, con Jesús.
Esta clave desborda la visión autosuficiente de un dios superpoderoso. Si Jesús fuera expresión, reflejo de ese dios, no hubiera procedido convocando una comunidad. El Dios de Jesús es Dios comunitario, Trinidad –dicho más técnicamente en la tradición cristiana.

Instituyó a Doce
La palabra instituir es fuerte. Tiene carácter fundante. Marcos no resalta el fundamento de Pedro-roca como hará Mateo, sino la raíz originaria más comunitaria e inclusiva. Los doce hace referencia a las doce tribus de Israel. Jesús funda el pueblo renovado.
Soy de los que piensan que esta institución de los doce, la narrada por Marcos, no es estrictamente histórica, sino creación de la comunidad posterior, que quiso fundamentar su modo de organización desde algunos datos de la vida de Jesús, y los recreó dándole valor sistémico a lo que inicialmente fue mucho más carismático (para usar términos sociológicos).
Esto no quita fuerza a lo dicho anteriormente sobre el sentido comunitario que el texto de Marcos coloca en la raíz de la comunidad de seguidores.
Los doce nombrados, a juzgar por lo narrado anteriormente en Marcos, son unos desconocidos, a excepción de unos pocos pescadores. El detalles de sus nombres y sobrenombres poco añade. A dos de ellos Jesús les puso un apodo, tal como se hace en muchos contextos mediterráneos y latinoamericanos. Los llamo hijos del trueno, tal vez por su carácter rebelde frente al acoso imperial y herodiano en que se vivía en la Galilea de los años 30. No parece que este apodo tenga carácter institucional, sino que habla de los modos culturales de reconocerse en ciertos grupos. Modos galileos de los que Jesús participa. Otro seguidor traía su propio apodo como extranjero: era cananeo. De Judas, sólo se dice que lo entregó.
Después, la tradición trató de perfilar el rostro de estos doce, les asignó características personales y ámbitos geográficos para su accionar misionero, que no dejan de ser problemáticos desde el punto de vista histórico.

Judas, el que lo entregó
A Judas le hicieron una mala pasada, que se ve reflejada en algunas traduciones erróneas del texto,  cambiando la palabra entrega por traición. En todo caso, esa fue la evolución con respecto a lo escrito sobre Judas en otros textos: primero, Judas fue el que lo entregó, luego pasó a ser el que lo traicionó (todavía se califica el hecho, y no la persona), hasta que llegó a ser el traidor.
Así juzgamos y catalogamos aún hoy a las personas, en base a hechos puntuales. Marcos no lo hace, sólo describe la acción de entregar a Jesús. Nosotros no sólo juzgamos a Judas, sino en él a los que alguna vez actuaron en contra de nuestros modos de hacer y entender. Así actúan los poderes excluyendo a los disidentes, así actúan en las iglesias y los grupos religiosos para establecer su doctrinas y prácticas sobre los demás.
La lectura del recientemente descubierto Evangelio de Judas puede ser provechosos para la reflexión acerca de estos tópicos.

La necesidad social y los riesgos de instituir
En nuestras prácticas culturales en sociedad tendemos a organizar y sancionar positivamente lo que resulta satisfactorio, de modo que vamos instituyendo tradiciones grupales con las que nos sentimos bien o vemos provechosas o humanizadoras. Instituir prácticas se vuelve una necesidad organizativa de los grupos. El texto de Marcos nos remite a esta necesidad. Lo que sucedió después nos habla de los riesgos: inmovilismo, exclusión, mecanismos de control sobre los críticos, silenciamiento de la disidencia….
A lo largo de la historia del cristianismo, con frecuencia la institución de los doce perdió el carácter de totalidad popular abierta (desconocidos, rebeldes, extranjeros…. ) para transformarse en élite excluyente, en jerarquía preeminente y decidora de los destinos del resto.

¿Dónde están las mujeres en todo esto?
Ya no nos asombra, lo vemos como cosa sabida y natural, que en muchos textos religiosos del siglo I las mujeres ni aparezcan.
Hay otros textos de llamadas de Jesús a mujeres, y otros en las que se muestran como discípulas del maestro, pero no es el caso de este texto de Marcos. Entre los doce no aparecen las mujeres. Ni se mencionan entre los enviados a liberar del mal.
Son los límites de estos escritos que debemos saber resituar en nuestros contextos y sociedades, abriéndolos a nuevas perspectivas de inclusión, desde las mismas fuerzas provadoras de las palabras que remiten a la inclusión del pueblo todo, hombres y mujeres, género-diversos, minorías culturales y étnicas, invisibilizados por siglos…