jueves, 11 de junio de 2015

¿Victoria del Señor?

Ensayo sálmico

Sal 97: El Señor da a conocer su victoria


Nietche (o algunos de sus intérpretes) estaría feliz. Por fin los cristianos se toman en serio el mensaje. Victoria y señorío. Superhombre. Voluntad de poder.
Ha de pasar el mensaje por la necesaria crítica. Desde la Alteridad. Desde la deconstrucción de la Totalidad. Desde el reconocimiento del Otro (Levinas). Desde la apertura al Otro-pobre (Dussell).
También desde Jesús, el pobre de Nazaret, que mostró su victoria en la entrega radical,  en la lucha por la justicia, en la propuesta de construcción de la Comunidad de Alianza desde las comunidades rurales pobres.
Señor es la traducción de los LXX. Terrible traducción que dio pie a tal Voluntad de Poder, emparentada con los grandes imperios: romano, carolingio, español, francés, británico, norteamericano… Imperios sostenidos por la mano del Señor.
Seguramente no tuvieron mala intención aquellos traductores. Era voluntad de diálogo con el imperio griego, con la fuerte cultura helenista. Los escritores del Apocalipsis de Juan intentaron releer aquel Señor como una oportunidad de crítica al emperador romano, proponiendo a Jesús como único Señor, como denuncia de los señoríos que se imponen. Pero fue vano su intento. La palabra Señor pudo más que sus relecturas alternativas. Se impusieron los señores. Se impuso la religión de los señores, frente a las vivencias de fe más sencillas de pescadores y artesanos, de esclavos y mujeres, de trabajadores dispersos por el imperio romano; se impuso la religión de los señores frente a la propuesta anti-imperial de Pablo apóstol, de comunidades vivas de iguales, autosustentables y libres, inspiradas en el pobre de Nazaret.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. 

Buena es la alabanza a nuestro Dios. Bueno es el canto. Buena la alegría que renueva el corazón, las energías, las ganas de vivir.
Francisco de Asís alaba lo creado, hasta lo más pequeño. Descubrir las maravillas de la vida es tener ojos de asombro para ello. Es tener corazón con capacidad de deslumbrarse. Algo de inocencia nos queda. De virginidad humana. Algo de inexplorado que nos llama. Es tener Deseo. De Trascendencia. De más allá de nosotros. Es actitud de apertura. Querencia de encuentro, de diálogo. De salir de sí.
Las maravillas son tantas. Naturaleza y cultura. Belleza y armonía. Caos en evolución permanente. Cosmos. Energía. El Universo: es gran maravilla que nos abarca. Esa Gran Madre de la Vida. Dios-a al fondo. Historia. Manera humana de leer el Tiempo. Tiempo. Devenir del Ser. Devenir del Otro.
El brazo derecho de Dios. Es su actuar creador. Su afán de vida que se muestra productivo. Su brazo artesano. Nuestro Dios es Acción y Logos. Brazo y Boca. Fuerza y Palabra. Voluntad y Discurso. Corazón y Lengua.
¿Por qué no su brazo izquierdo? Otra versión desafortunada de la acción divina. El Poder imperial se asoció a la derecha. El brazo del que manda. El brazo patriarcal. Los zurdos son anormales, se dijo. Debe imponérseles la vía correcta, derecha. Así en educación, con pupitres derechos para todos; así en música, con instrumentos derechos; así en las prácticas cotidianas de trabajo, alimentación y reposo. Así en política: Ojo con zurda conducta. Ésta es la historia de cómo Dios pasó a hacerse de derechas: por su brazo derecho, que tan bien les vino  a los Poderes de Dominación.
Si Dios-a tiene brazo izquierdo, será el brazo más cercano a su corazón. Hubiera preferido la acción de ese brazo. Tal vez hubiera cantado otro gallo, u otra gallina. El Otro mundo posible estaría más cercano, seguramente.
Aunque con tanta cosa buena de la vida, con tanta organización popular, con tantas asociaciones que quieren y luchan por la vida buena para todos-as, es seguro que algún brazo izquierdo anda por ahí. Y no precisamente el brazo invisible del mercado. El brazo izquierdo de lo Divino-Materno nos acoge en su regazo.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. 

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera; 
gritad, vitoread, tocad. 

Y luego la Comunicación. Acción y Palabra. Ya lo supieron los antiguos. Sin Control de la Comunicación no hay nada. Es necesario dar a conocer. Muy de actualidad el asunto de lo mediático y de su control.
Para las naciones: victoria y justicia. Para Israel: misericordia y fidelidad. Tan terrible también. Aún sufrimos de esta lectura. Victoria y justicia sobre Palestina, que lo sepa el Mundo árabe, las naciones. Fidelidad y misericordia para el Estado de Israel. Para los confines de la tierra, la inacción, la contemplación. Para Israel, la palabra, el vitoreo. Así lo lee el sionismo mundial. Y sus aliados cristianos imperiales, que guardan con decoro la tradición.
La teología de la Elección siempre fue de cuidado. Y hubo dos lecturas de ella. Según la primera, Dios elige lo pequeño, lo pobre, justamente por ser pobre, para preparar un mundo sin exclusiones. La segunda lectura se impuso. Sucedió lo de la teología del Señor: los señores se hicieron elegidos y excluyeron. Y reafirmaron la teología de la Elección, ahora cristiana.
Evito esta teología tan llena de ambigüedades y peligros para el propio corazón. El gran peligro: yo soy el elegido; los demás ellos verán cómo lo toman.
El mismo Pablo hubo de vérselas con esa teología e intentó volver a su sentido originario en la Carta a los Romanos (Elsa Tamez lo explica muy bien con su propuesta contextual estructural de aproximación a la Carta). Pero no quedó tan evidente su argumentación –la de Pablo-, puesto que los “cristianos imperiales”  (contradictio in terminis) echaron mano de su carta para excluir a los demás, incluso físicamente, con Cruzadas religiosas y hogueras inquisitoriales para la disidencia.
Cuando Israel era pequeño, pueblo de campesinos rebeldes, la victoria del pobre significaba liberación, posibilidades de futuro, vida para los excluidos. Pero pronto se perdió el sentido originario de esta victoria para ser leída desde el poder que se impone.

Aun nos queda: Contemplación de lo divino, alegría, canto y toque, acción liberadora. Alabo a Dios por ello. Bendito su nombre. Amén.

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